Deslumbrado por las luces de neón y los bulliciosos bazares de la bahía de Naama, resulta difícil imaginar que este pedazo de tierra en el extremo sur de la península egipcia del Sinaí fue antaño un pequeño pueblo de pescadores. Con el paso de las décadas, las tranquilas playas se han transformado en complejos turísticos con todo incluido y escuelas de buceo, convirtiendo a Sharm-el-Sheikh en uno de los principales destinos para tomar el sol en invierno.

Pero los últimos años no han sido fáciles.

El exceso de turismo y el mal comportamiento amenazaron con destruir los frágiles arrecifes de coral que han hecho de este enclave del Mar Rojo un destino de buceo de primer orden. También han surgido problemas de seguridad. En 2015, un avión ruso fue bombardeado poco después de despegar del aeropuerto, lo que provocó un rápido descenso del número de turistas. Los disturbios en Oriente Próximo y la guerra de Gaza también han provocado una pérdida de confianza en la región.

Riesgo no elevado

Pero según el FCDO (Foreign, Commonwealth and Development Office), la región costera del golfo de Aqaba, en el extremo norte del mar Rojo, no se considera de alto riesgo.

De hecho, a pesar de algunos años de inestabilidad, Sharm se está recuperando. Las nuevas normas medioambientales han mejorado la experiencia subacuática de buceadores y submarinistas (por no hablar de la fauna y flora), y las nuevas inversiones han permitido a los complejos turísticos mejorar su oferta.

Uno de ellos es el Iberotel Redsina, en la bahía de Nabq, que reabrió con nuevo nombre tras una transformación a principios de año. Rodeado de arenas doradas y jardines de altas palmeras y cactus bulbosos cultivados durante 20 años, el hotel de 521 habitaciones cuenta con un centro de buceo, spa y varios restaurantes.

Unos precios competitivos, un vuelo de cinco horas a media distancia, la ausencia de desfase horario (GMT+3) y unas temperaturas suaves (24 grados en diciembre) lo convierten en un destino invernal muy apetecible.

Tres razones más para ir a Sharm...

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Playas idílicas

El sol brilla (casi) todos los días del año, lo que permite disfrutar de una buena selección de playas. La bahía de Naama, en forma de media luna y repleta de cafés y restaurantes, es el centro turístico de la zona. Sus aguas tranquilas y transparentes son perfectas para nadar, bucear y practicar deportes acuáticos, mientras los bares ponen música hasta altas horas de la noche.

Las costas más solitarias de Sharks Bay atraen a quienes buscan paz y relajación, mientras que Terrazzina Beach tiene un aire bohemio y relajado que la distingue de las zonas turísticas más comerciales. Las aguas poco profundas y la suave arena son ideales para familias.

Para los submarinistas, Ras Um Sid es una de las favoritas. Famosa por su faro y sus acantilados, ofrece fácil acceso a jardines de coral y a un bosque de gorgonias repleto de biodiversidad marina.

Buceo excepcional

El Mar Rojo, un paraíso submarino de arrecifes de coral, está considerado uno de los mejores destinos de buceo del mundo. El Parque Nacional de Ras Mohammed, a un corto trayecto en barco, está decorado con vibrantes arrecifes y espectaculares desniveles. Peces de colores brillantes se lanzan a través de los jardines de coral, mientras que en las profundidades se pueden encontrar especies de mayor tamaño, como mantarrayas y tiburones de arrecife.

Los que prefieran estar más cerca de la superficie podrán practicar snorkel en aguas cristalinas. También existe la opción de realizar una inmersión de descubrimiento asistida, en la que los instructores le ayudarán a descender con el equipo de submarinismo para que se haga una idea de lo que es explorar bajo el agua.

En general, la experiencia ha mejorado. El gobierno egipcio ha establecido zonas marinas protegidas y ha puesto en marcha normativas que limitan el acceso en barco a ciertos lugares frágiles. Las embarcaciones están obligadas a anclar en los puntos de amarre designados para evitar daños a los arrecifes de coral, y se imponen multas por tirar basura y otras actividades perjudiciales.

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Una rica historia

Aunque es difícil resistirse a los encantos costeros de Sharm el Sheij, los paisajes desérticos de la península del Sinaí son igualmente cautivadores. Encuentre el silencio y la soledad en las montañas esculpidas por el viento, que dan la sensación de no haber cambiado en siglos. A los pies del monte Sinaí, donde se dice que Moisés recibió los Diez Mandamientos, se encuentra el monasterio de Santa Catalina, fundado en el siglo VI y uno de los más antiguos del mundo.

Muchos peregrinos visitan este lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO para estudiar la arquitectura bizantina, admirar reliquias sagradas y pedir un deseo en la zarza ardiente donde Moisés habló con Dios, según el Libro del Éxodo.

Una de las formas más mágicas de visitarlo es con una excursión al amanecer por el sendero del monte Sinaí, de unos 10 km. Las empresas turísticas recogen a los huéspedes en sus complejos de Sharm para iniciar la caminata a la 1 de la madrugada, parando en improvisadas paradas de té beduinas por el camino. Contemplar el parpadeo del sol sobre un horizonte de picos infinitos es algo que conmueve el alma.