La Unión Europea registró el año pasado al menos 117.965 vuelos de jets privados a destinos vacacionales, que emitieron 526.071 toneladas de CO2, con especial afluencia en los aeropuertos de Niza, Ginebra y Palma de Mallorca, según un estudio publicado por la organización ecologista, informa EFE.
La organización exige "la prohibición inmediata de los jets privados y que los gobiernos consideren un impuesto sobre el patrimonio para los multimillonarios en Europa, con el fin de financiar bienes públicos como la vivienda asequible y el transporte público".
Los aeropuertos de salida más frecuentes para este tipo de viajes, según el análisis realizado para Greenpeace por el think tank T3 Transportation, son París, Londres o Milán, y otras localidades españolas como Ibiza o Málaga también se encuentran entre los destinos más populares.
"Mientras la gente corriente se enfrenta a los devastadores efectos de la crisis climática -inundaciones extremas, sequías, olas de calor e incendios forestales-, los ultrarricos siguen embarcando en sus jets privados con el pretexto de viajes de negocios, pero a menudo para escapadas de recreo a los destinos vacacionales más lujosos de Europa", criticó Clara Thompson, responsable de Greenpeace.
El estudio, que abarca 45 aeropuertos, muestra que en los destinos vacacionales europeos las llegadas de jets privados aumentaron "un 250% en julio con respecto a enero, lo que indica que la mayoría de estos vuelos tenían fines recreativos".
En concreto, la mayoría de los vuelos en jets privados "tuvieron lugar en el Mediterráneo durante el verano y se desplazaron a la región alpina en los meses más fríos", añadió la ONG, que precisó que el 93,2% de estos vuelos fueron intraeuropeos y el 11,9% recorrieron distancias inferiores a 251 kilómetros, que podrían haberse realizado "fácilmente mediante opciones más sostenibles como trenes o transbordadores".
Sólo uno de estos vuelos emite una media de 4,46 toneladas de CO2, mientras que un ciudadano europeo es responsable de 5,37 toneladas al año, lo que según Greenpeace subraya "cómo los ultrarricos contribuyen desproporcionadamente a la crisis climática."